Daniel 1:3-5

Daniel 1:3-5

¿Se ha preguntado usted para qué estamos en esta tierra?

Es de vital importancia conocer el propósito de nuestra existencia. Se ha dicho que "al que no sabe adónde va, ningún viento le sirve". Esta expresión marinera indica que, dada una meta y una dirección en la cual el viento está soplando, entonces - y sólo entonces - sabemos cómo colocar las velas y el timón para llegar allí; de otro modo vagaríamos sin rumbo ni dirección por esta vida. El pasaje que sigue nos ayuda a comprender esta verdad espiritual:

"Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes, muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idoneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos. Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey"






























Aunque es muy buena la traducción al castellano, hay algunos detalles que queremos precisar para la comprensión:

1) El "jefe de eunucos" no nos dice exactamente quién era este personaje. En nuestra cultura no se castra a nadie para sus labores. Pero en las culturas orientales era una práctica común, no sólo para los sirvientes del harén - como a veces se cree - sino para sirvientes reales de diferentes funciones, al punto de que muchos de ellos eran consejeros reales y altos funcionarios de gobierno. Por tanto, este Aspenaz era en realidad un alto funcionario babilónico.

2) El "ser enseñados en la lengua y las escrituras de los caldeos" era un propósito de la elección de estos jóvenes, pero también era un requisito que hubiera en ellos la capacidad de recibir esta enseñanza (el texto se puede leer como (Dn 1:4) "...idóneos para estar en el palacio del rey Y PARA ENSEÑARLES las letras y la lengua de los caldeos". El principal idioma de Babilonia para este período era el arameo, que coexistió por siglos con el acadio (oficial desde 2334 AC, tiempos de Sargón el Grande) y llegó a ser oficial con la dominación asiria (726-625 AC). Ambos son, como el hebreo, lenguas semíticas, pero el arameo usa el mismo alfabeto del hebreo y el acadio usaba la escritura cuneiforme heredada del sumerio, su antecesor.

3) Que los "criase" tres años es una expresión algo rara para personas adultas. Pero el verbo original en hebreo (gadal) incluye no sólo el crecimiento físico y la alimentación, pero también (compare Isaías 1:2) un "engrandecimiento" en conocimientos, una educación (el "criador" es un "educador" o "maestro"). Pudiera leerse, "que los instruyese". Daniel y sus amigos iban a pasar por una especie de escuela antes de servir en el palacio.

Volviendo a nuestra cuestión inicial (cuál es mi propósito) podemos ver un ejemplo de "propósito" en estos versos. Algunos de los cautivos traídos de Judá (de los "hijos de Israel") serían preparados para servir al rey. Era común en las sociedades de la antigüedad, donde la esclavitud era un sistema prácticamente universal, tomar esclavos de las naciones a las cuales derrotaban en las guerras. Daniel y sus amigos no se harían nuestra pregunta, porque como esclavos, su "propósito" estaba determinado por el rey de Babilonia.

Acerca de nosotros, ¿quién ha determinado nuestro propósito en esta tierra?

DIOS, enseña la Biblia. Al hombre se le encomendó la población y administración de la tierra ("señorear" sobre ella; "multiplicarse" en ella; véase Génesis 1:28 y 2:15). También se nos ha encomendado reconocer y adorar a Dios (Salmos 148) por cuanto Él nos creó y merece nuestro agradecimiento.

Pero... ¿hay alguna "escuela" para satisfacer este propósito nuestro en la tierra? ¿hay algún requerimiento que debamos satisfacer para ir a esta "escuela"? ¿quién nos va a "instruir", y en qué "lengua" y con qué "escrituras"?

Para algunos - como yo - de naturaleza algo más rebelde, otra pregunta se impone a las anteriores: ¿y por qué - (por qué diablos, por qué demonios, por qué etc. etc. palabras que no se dicen o escriben pero a veces están en el corazón) - tengo yo que preocuparme por un propósito de Dios, si yo tengo ya bastante con los míos propios?

Si usted se ha hecho las preguntas que yo me hice - o algunas de su propia inspiración; todos somos diferentes y únicos - déjeme presentarle a Aquel que me contestó a mí y quitó mis dudas, preocupaciones, temores, recelos, todo en fin, lo que hace que uno llegue a vagar en esta vida sin encontrar su propósito: el Señor Jesucristo.

En el evangelio según San Juan, capítulo ocho, se narra una de las más hermosas historias de la Biblia, y de las que permite conocer el corazón de Dios. Una mujer, sorprendida en adulterio, es llevada al Señor Jesucristo para que Él determine lo que había que hacer con ella. Esta acción estaba dirigida a desprestigiarlo, por dos motivos: si la mandaba a castigar - como la ley exigía - toda su prédica del amor y la gracia de Dios era hipocresía, porque aplicó el mismo castigo que usarían sus oponentes, los líderes religiosos de la época; si la mandaba a perdonar, estaba infringiendo la Ley de Moisés que ordenaba a matar a los fornicarios y adúlteros - y un infractor de la Ley era un maestro espiritual sin ningún crédito. El Señor les respondió, "el que esté libre de pecado, que sea el primero en arrojar la piedra contra ella" (la muerte debía ser por apedreamiento). Con esta respuesta, todos se retiraron, cuando comprendieron en sus corazones vengativos que el castigo que pedían para aquella pecadora debía tocarle a ellos también, por cuanto TODOS hemos pecado y transgredido la ley de Dios. Si seguimos leyendo un poco más adelante, en el mismo capíutlo se discute este tema. El Señor les dice que su libertad estaba en aplicar en sus vidas las palabras que Él les enseñaba (Juan 8:31-32) porque éstas eran "la verdad". Ellos se indignaron, por cuanto creían que como "hijos de Abraham" eran "libres" porque tenían la ley de Dios y todas las promesas de Dios para el pueblo hebreo. Pero el Señor les expresó una ley espiritual que, aunque está en las Escrituras, ellos no habían comprendido: el que peca es un esclavo del pecado (Juan 8:34) y en ningún modo es "libre".  El Señor se les presentó como el único libertador (Juan 8:36).

Sólo el que llega a comprender la esclavitud que significa el pecado puede llegar a comprender la necesidad de tener un Libertador para ser libre. Mi único hijo creció en ausencia mía desde sus tres años porque sus padres se divorciaron. Yo me había casado muy enamorado y con toda la voluntad de estar "juntos hasta que la muerte nos separe". Pero, como antes he testificado, yo no sabía lo que es "pecado" ni lo que es "salvación". Y mis nobles propósitos se enfrentaron con la cruda realidad de que yo era un pecador, hay un diablo cuya tarea - entre otras - es destruir los matrimonios,  y mi "gran amor" se enfrió, tanto que llegué a cometer adulterio contra aquella a quien había jurado fidelidad "hasta que la muerte nos separe", y algún tiempo más adelante nos divorciamos.

Yo no sé cuál es el pecado o los pecados que influyen en su vida para estar enemistado con Dios; sólo sé cuáles eran los míos y cómo el Señor me libró de ellos, y de esto puedo testificar al que "tenga oídos para oír" (todos tenemos "oidos", pero no todos "oímos").

Si usted se ha identificado como "pecador" como yo lo hice, y quiere reconciliarse con Dios, Él tiene un plan para los "esclavos del pecado" muy superior al que tenía Nabucodonosor para sus esclavos hebreos. Aquél iba a preparar unos jóvenes - que ya estaban bien preparados, por cuanto él buscaba personas muy especiales - para su servicio en el palacio; Dios nos "prepara" para vivir con Él y estar con Él en la eternidad, escapando de la condenación eterna en el infierno y encontrando el propósito para el cual Él nos creó en esta tierra (note que la "salvación" no es algo abstracto que conoceremos en la "otra vida" o el "más allá", sino aquí y ahora). El rey de Babilonia mandó a uno de sus altos funcionarios para instruir a sus esclavos en las escrituras de los caldeos; el Rey del cielo mandó a su Espíritu Santo para instruir a sus hijos en la Palabra de Dios. Al fin de su enseñanza, ellos estarían frente a Nabucodonosor y le servirían en su palacio; desde que somos salvos, estamos en condiciones para estar frente a Dios y servirle (y a nuestra muerte, vivir con Él en el cielo por la eternidad). Observe una gran diferencia: la "salvación" no es para el que haya "pasado la escuela de Dios", es para el que entra por el umbral de la puerta. Dios no nos considera "santos" y "dignos para estar ante Él" después de tres años de instrucción, sino desde el mismo momento en que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y nuestro Salvador. La rectitud de vida que exigía Nabucodonosor (en el Nuevo Testamento αγαθωσυνη, "agatosúne" griego por "bondad"), la "ciencia" o conocimiento que él buscaba (γνωσις, "gnósis", conocimiento) y la sabiduría (σοφια, "sofía", sabiduría) muy probablemente no los tenemos - por cuanto somos pecadores - pero por el Espíritu Santo de Dios vienen milagrosamente a nuestras vidas. Nabucodonosor buscaba jóvenes muy especiales para servirle; Dios busca pecadores, "enfermos" espirituales (lea por favor Lucas 5:31- 32).

Si quiere pasar de la condición pecaminosa a la de hijo de Dios, sólo tiene que orar, pedir a Dios que perdone sus pecados, recibir a Jesucristo como el Señor de su vida y seguirle. Dios nos ha dado extraordinarias promesas de orden sobrenatural para nuestra salvación: "si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1ra Epístola de San Juan 1:9); " ...a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Evangelio según San Juan 1:12). Aunque le parezca extraño que una oración tan corta y simple pueda convertir a un pecador en hijo de Dios, "para Dios todo es posible" (Evangelio según San Mateo 19:26). Yo lo probé hace más de 20 años, y puedo asegurarle que el Señor nunca me ha fallado hasta ahora - y creo firmememente que nunca lo hará.

Que el Señor le bendiga. En el amor de Cristo, su hermano Israel Leonard

PS. ¡Cristo viene pronto!

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